¡ Mamá, no sabes lo felíz que estoy; lo estoy pasando muy bien!
Ya es tiempo que madures, te pongas serio y te dejes de estar preocupado de pasarlo bien le respondió la madre.
Ella no estaba segura de lo que decía, solo lo decía y el hijo lo sabía, por eso con una leve sonrisa volvió a su plato y cambió el tema de la conversación
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