Hoy mientras caminaba por las callejuelas de adoquín por el fuerte de Jaisalmer (India), conocí a Jonhhy, un joven comerciante dueño de una pequeña tienda rebosada de telas, alfombras y de todo el encanto típico de esa región del desierto de Rajhastán, quien cortésmente me invitó a tomar chai (té) a la entrada de su tienda.
Estaba conciente que los comerciantes indios no dan puntada sin hilo en sus invitaciones, sin embargo acepté su ofrecimiento.
Estaba conciente que los comerciantes indios no dan puntada sin hilo en sus invitaciones, sin embargo acepté su ofrecimiento.