martes, abril 25, 2006

IN NEW ZEALAND


Arriv'e a Auckland hace seis d'ias y es as'i como uno de mis tantos proyectos inconclusos comienza en ejecuci'on. El desaf'io es inmenso, pero mis energ'ias dan abasto a mi inspiraci'on.
Aunque flaquee en el intento, intento mantener mis sentidos bien alertas y a cada instante me concentro en volver a mi respiraci'on.
Auckland, ciudad metropoli y no capital, me recibi'o de madrugada (5 am) con una lluvia intermitente, a esa hora en la cual para muchos puede ser muy tarde y para otros muy temprano.
Esta ciudad a priori la encuentro caprichosa; por un lado me acoge y me invita, y por otro lado se hace la indiferente conmigo. Todav'ia no nos entendemos, pero creo que a medida que nos vayamos conociendo, estoy convencido que nos vamos a llevar muy bien. Ya me ha dejado dos veces empapado, porque amanece con un sol radiante, pero en un abrir y cerrar de ojos se pone a llover torrencialmente. Adem'as es cara la vida ac'a y todas las calles son solo subidas y bajadas, y yo tengo poca plata y no estoy acostumbrado a caminar.

Por suerte ya dimos el primer paso, ya que hace dos d'ias encontr'e fortuitamente trabajo en un restaurant llamado "Gran Hill Kebaps & Burger". Se trata de un boliche ubicado casi al lado de la sky tower (algo as'i como la mam'a de la torre entel), que se especializa en vender kebaps. Cabe senalar que los neozelandeses son unos verdaderos "monos" en cuanto a su relaci'on con los caf'es y restaurantes, ya que est'an esparcidos por toda la ciudad y siempre hay gente en ellos, sobre todo a la hora del desayuno. Seguro que debe ser todo un record!.
En mi nuevo trabajo, estoy todo el d'ia con Andy, el cocinero. Es un chino de mi edad que est'a siempre d'andome instrucciones, y Medi, un iran'i experto en "jotear" a las clientes, encargado de la caja. El dueno del local es Peter, otro iran'i gordo que carga oro en sus manos y cuello, quien pasa dos veces al d'ia al boliche directo a la caja registradora a llevarse los billetes.
En la cocina me la paso entre cinco y ocho horas al d'ia. Estoy encargado de la parrilla. Alino los pollos y corderos y luego los tiro a una parrilla inmensa. Cuando un cliente ordena algo, tomo el pollo o el cordero, y los tiro en una plancha para trozarlos. Luego los envuelvo en un pan pita gigante donde le agrego lechuga, tomate, repollo, ajo y varias especies m'as. -Nada como parrillar pens'e en un principio cuando me dieron la pega, pero ahora uff!!-. Si pudiera tener una rica y helada chela en mi mano, todo ser'ia distinto.-

El d'ia vuela en el trabajo y me siento muy a gusto. Puedo comer todos lo que quiera y me la paso "hechando la talla" con el chino y el iran'i. No ten'ia idea del mundo que existe en una cocina de restaurant. Se paso!!.
En fin, con la Bea estamos acomodados en una antigua hostal con una ventana que muestra la ciudad, la cual de noche, es impresiona a la vista. Bueno, por todos lados la vista invita. Hay rasca cielos modernos que se mezclan con las antiguas viviendas. A veces la ciudad y la gente bordea lo yankee, lo cual incomoda, pero en total, la ciudad en su parte urban'istica, encanta, sobre todo por la bah'ia que est'a presente en cualquier foto panor'amica. El domingo visitamos un crater en extinci'on donde se puede ver toda la ciudad.















Estoy cansado y muy adolorido. me duelen las pantorrillas por las subidas, y las manos de tanto parrillar, pero me siento bien, ya que la parte mental no puede estar mejor.


Es incre'ible como las cosas se van dando solas.
Despu'es de m'as de doce meses planeando y anhelando, finalmente estoy aqu'i y ahora.

Pastel de Frambueza

Uno de los objetivos de haber creado mi "Blog", es narrar mi nueva etapa de vida como recién casado. Dado que en mi nuevo departamento no tengo computador y en mi lugar de trabajo hay muy poco tiempo y sobre todo muy pocas ganas de escribir por lo incómodo del lugar, no había tenido la oportunidad de hacerlo.Hoy, 4 de Marzo, día en el que estoy de cumpleaños, aprovecho esta distendida mañana de viernes* y me tomo la libertad de dejar todo de lado, para concentrarme en describir lo que hasta ahora ha sido mi día de conmemoración de mis veintisiete años de vida.Desde que vivo en Rafael Cañas -Providencia-, el despertador de mi celular chifla a las 7:50 Hrs. a.m. Hoy, el despertador de la Beatriz fue el que tronó primero a las 7:30 Hrs a.m, siendo un zarpazo felino de ella la que lo calló raudamente para después darse vuelta hacia mí susurrándome con dulzura al oído: "Sigue durmiendo que puse mal el despertador; todavía tienes media hora para dormir".Así fue como comencé mi día; sin darme cuenta que estaba de cumpleaños, ya gozaba de mi primer regalo de treinta minutos de sueño. Abracé la almohada y reinicié mi descanso.Por mientras, sin la menor sospecha, era víctima de un complot, cuyo grupo subersivo estaba compuesto por mi Señora. La Beatriz disfrazada de "ninja", sigilosamente apenas me retorcí en la cama, se deslizó por el pasillo hasta llegar a la cocina. Ahí ejecutó su plan maestro que estaba compuesto por huevos revueltos con jamón, queso, mermelada, jugo de mango, cereales, leche y un pastel de frambueza con una vela azul prendida en el centro.Mientras dormía, de pronto sentí ruidos en la cocina que me inquietaron y nuevamente velaron mi sueño. Desperté a medias y atiné que la Beatriz no estaba en su lugar. No alcancé a preocuparme porque casi al unísono, una voz desde la distancia comenzó delicadamente a cantar: "Cumpleaños felíz...". Verdad que hoy es mi cumpleaños recapitulé. Se aclaró toda la película.Percibí que la voz que resonaba casi tenebrosamente a la distancia, se acercarcaba lentamente a la pieza. Cuando terminé de abrir mis ojos, ella ya estaba cruzando el marco de la puerta: "Te deseamos a tí.....", De una salto me senté en la cama junté mis manos con un leve aplauso y como un niño me dejé abrazar por el festejo. Cuando llegó a la parte del: "cumpleaños rorrito**...., que los cumplas felíz". Totalmente entregado y sin mover ninguna articulación, un beso acompañado de un abrazo me llegaron hasta el alma haciendo aflorar todos mis sentidos.Recibí ese saludo como si fuera el último o el primero que le daba. Me acordé de los primeros besos quinceañeros que nos dábamos con recelo y curiosidad. La Beatriz que de "ninja" era ahora la inspiración que siempre buscó el Dante Alighieri, me miró fijamente con esos tremendos ojos azules, me acarició con su mano en mi mejilla sosteniedo con la otra un pequeño pastel de cumpleaños, sonrió y dijo con esa voz suave con la que siempre me habla cuando estamos solos: "Ya po´cumpleañero, apaga la velita". Juro que en ese momento el corazón se me salía por la boca de emoción. Sentía como la pieza se iluminaba de colores purpuras mezclados con el naranjo existente y la energía que emanaban nuestros cuerpos se mezcló con el calor de una pequeña vela azul insertada en el centro de un pastel de frambueza. -Nunca había sentido ternura por una torta de cumpleaños-.Apagué la vela y otro abrazo sucumbió nuestros pechos. El lapso duró más de lo normal, siendo un detalle que el me inquietó y me aterrizó a tierra: mientras estábamos entrelazados, noté que uno de sus brazos estaba concentrado en otro lado. Con rareza la alejé de mí casi para afrontarla y preguntarle porque el abrazo a medias, cuando me dice: "¡Sorpresa!!!!!".Bumm...¡¡¡. Tres regalos me dieron el "knock out" definitivo.Derretido y entregado sin palabras, -porque había repetido las mismas desde que había despertado-, me dijo expectante con la misma excitación de niño frente a un regalo: "ya po´abrelos..., espero que te gusten". Sabía que ella me estaba mirando a los ojos, pero yo para ganar tiempo y reponerme al desborde de lágrimas, fijé la mirada y la concentración en los tres paquetes, que ni siquiera era uno, sino que tres. Comímos la torta y los panes mirándonos el uno al otro solos en una isla color naranja violeta. Nos abrazamos entre un libro de Neruda, otro de antología poética chilena, un chaleco con cierre, papeles de regalo y la bandeja del desayuno - no había tiempo para nada más-***.En vista de la hora, con pesar me dirigí al baño y de reojo mientras hacía correr el agua, me miré en el espejo; me sonreí, me guiñé un ojo y me emocioné ahora solo con mi propia imagen hasta las lágrimas. ¡Que alegría más grande!, ¡no se puede creer!, repetía en silencio una y otra vez. Mi Señora esposa me había dado una tremenda sorpresa.Inserto ya bajo el chorro de la ducha, me emocioné aluciando con mis cumpleaños venideros. Miraba con los ojos cerrados a la Beatriz cruzando con más y más tortas por el marco de la puerta; a veces le seguían pequeños niños rulientos tocándose los ojos casi sonánbulos, y otras veces le seguían entre medio unas niñas con dientes de conejo igualitas a la Bea cuando chica.Salí del baño y mientras me estaba vistiendo con mi tenida "Cassual" de los viernes****, me acordé con especial cariño de mis padres y hermanos y de los saludos de cumpleaños que recibíamos de niños. La llamábamos "capotera". Nos juntábamos tempranito en la mañana y mi madre nos repartía a cada uno un regalo. Nadie decía nada porque todos sabíamos a la perfección cual era nuestra misión; entrábamos calladitos a la pieza, y coordinados al unísono, comenzábamos a saltar y gritar en la cama del cumpleañero mientras este dormía. Yo que era el menor de todos, sentía con especial emoción como temprano en la mañana en nuestro hogar se plasmaba un verdadero carnaval. Era lo máximo vivir como todos rebotábamos y vociferábamos en la cama con el cumpleañero debajo sin entender nada. Reíamos y dándole palmetazos en la cabeza clamábamos: ¡¡¡Capoteraaaaaaaa, Capoteraaaaaa!!!. Cuando el festejado quedaba semi aturdido procedíamos a entonar el clásico"Cumpleaños felíz".Toda mi infancia vivímos los cumpleaños en familia de esa forma. Todos unidos, todos solfeando y festejando con inociencia al obsequiado. Recuerdo además que mi madre una vez que bajaba la marea del delirio preguntaba al homenajeado besándolo y peinándole la cabeza: ¿Qué quieres que preparemos hoy de almuerzo?. ¡Uhhhh, que maravilla poder elegir lo que uno quisiera!. - Generalmente yo me inclinaba por las papas fritas-.
Ya vestido y espoleado por el reloj, le dí un nuevo beso a la Beatriz, quien estaba media dormida en la cama con un ojo abierto esperando el beso de despedida.- Juro que nunca hé conocido alguien tan tierna en mi vida-.Salí a Providencia, tomé la micro que se va por Santo Domingo, y llegué raudamente a colgar la chaqueta y a prender el computador para disimular los breves minutos de atraso. Desde que me senté en mi cubículo hace ya 1 hora y 48 minutos, me puse a escribir este Blog. En el entretanto me llamó la Sra. Pola y Don Arturo; mi Padre y mi Madre, y la Ita Lele. He tenido tantos regalos ya, siendo recién las 10:48 Hrs. am.